No es la primera vez que Hugo Chávez dice una cosa y a las pocas horas recula, de hecho ese es su comportamiento habitual cuando sabe que tendrá un mayor costo continuar con el desplante inicial. Lo vimos recientemente cuando militarizó la frontera con Colombia e hizo un escándalo por el ataque a un santuario de las FARC en territorio de Ecuador y a las pocas horas hasta abrazarse con el presidente Álvaro Uribe cuando se enteró de que habían capturado la computadora de Raúl Reyes, -el segundo al mando de las FARC- donde había material que lo incriminaba.
El desplome del precio del petróleo, principal fuente de ingresos para Chávez y que le ha servido para comprar aliados dentro y fuera de Venezuela lo tiene muy nervioso. El sabe que la estabilidad de su gobierno y su plan para instalar una dictadura socialista en la región dependen de eso. Pero en la coyuntura actual, el descontento social irá en aumento y cada vez menos venezolanos estarán dispuestos a intercambiar su libertad y sus derechos por un mendrugo de pan. Eso aunado al cambio de estrategia diplomática por parte de Barack Obama lo ha desarmado y aislado.
La retórica del payaso Chávez no alcanza para derrotar a la realidad y a la razón, y menos confrontada con un hábil orador como lo es Mario Vargas Llosa que sabe y conoce bien lo que los populistas hacen con el bienestar de sus pueblos, pues el lo vivió en su natal Perú en el desastroso primer gobierno de Alan García.
Así que de nueva cuenta Chávez se equivoca y evidencia su creciente debilidad. Ahora es el momento para una ofensiva informativa y una confrontación de ideas. El modelo populista venezolano es insostenible con un petróleo "barato". Como bien lo había hecho notar Juan Carlos Hidalgo basado en un estudio del Deutsche Bank "que estimaba que Venezuela requería que el precio del barril de petróleo no fuese inferior a los $97 [dólares] para poder sostener el nivel de gasto público, que se ha disparado bajo el mandato de Hugo Chávez".
El gobierno populista de Hugo Chávez tiene los días contados.